Simplemente, Somos Luz

ANNO DEI MMXXII

Somos luz enmascarada en un cuerpo humano. Hoy quiero escribir en primera persona, aunque sé que en mas de una ocasión “Ellos” los que no se pueden ver se van a manifestar a través de mis pensamientos como lo han hecho en más de una ocasión. 

Este día trasciende el papa de una amiga muy querida, y entonces toma significación aquella frase que el “Maestro llega cuando el alumno está listo” y también toma una gran relevancia aquello que que “En esta vida todos somos maestros y todos somos alumnos.” … siempre y cuando estemos listos y preparados para aprender. 

Déjame ponerte en contexto de esta historia, el papá de esta amiga enferma de COVID y debido a las complicaciones que se esperaban por las enfermedades propias, deciden llevarlo a casa para cumplir con el deseo del Señor. Esta conducta es algo que muchas ocasiones he podido ver en esta pandemia y detrás de si en la mayoría de las ocasiones viene algo que se llama miedo. De ello te he platicado muchas ocasiones en el libro de COVID la última puerta, el amor. La gran mayoría de las personas que han llegado al hospital en una situación similar donde es necesaria la intubación deciden egresarse a domicilio bajo una premisa, “Miedo”, siempre disfrazado de lo que en ese libro los verdaderos autores le llamaron la primera de las puertas. La primera de las puertas habla sobre que la egrégora del miedo, hace que el Ego humano, ese instinto de supervivencía hace que se quiera preservar la vida desde el instinto mas primitivo de defensa que es la reacción animal de “huir o pelear”, cuando en el hospital te enfrentas ante este dilema, quedarme y aceptar la intubación o bien, como “pelea” que tengo frente a mi es incierta, entonces decido huir y por ello muchos de los que viven bajo la premisa de “huir o pelear” deciden huir creyendo que con ello pueden evitar la muerte, sin embargo, la realidad dista mucho, la muerte se encuentra no en los pasillos de un hospital sino en el lecho de muerte en su propia casa. Este evento, desde mi punto de vista personal, no conlleva a una muerte “digna” sino finalmente a una muerte huyendo y ello no es de luz. 

Cada vez que los familiares piden el alta voluntaria puedes percibir el miedo en su máxima expresión, la primer puerta, o bien en la segunda, que los “autores” de dicho libro dijeron y es la soberbia, el miedo disfrazado de empoderamiento. ¿Cuántas veces los que hemos estado en esas salas no hemos escuchado que nos dicen, “No saben, ustedes los matan, yo se tratarlo mejor”? La segunda puerta se encuentra abierta. Y aun otros, los que tienen menos desarrollo o capacidad emocional abren una tercera, la negación: No es verdad, No tiene eso, no sabes. 

Esa historia se repitió muchas veces ante mis ojos durante el ùltimo año y medio y se plasmó como un reflejo de lo que es la vida misma en este momento trascendente en la humanidad, sin embargo, ahora pude aprender que el mismo evento, la enfermedad en sus manifestaciones mas graves, puede llegar también a ser parte del proceso de redención y lo aprendí de alguien quien entiendo fue maestro de muchos y ahora, en su muerte también ha sido mi maestro. Esta historia por cierto, el tener a un maestro en su muerte, me recuerda mucho a mi historia propia con mi padre. Seguramente aprendí muchas cosas de él mientras vivía sin embargo, muchos de los aprendizajes mas altos en el proceso espiritual los aprendí de mi padre durante su proceso de muerte y después de ella. 

Regresando al tema déjame contarte que recibí la petición de mi amiga para llevarse a su papá a casa, y lo que venía impregnado en ese deseo, manifestación y órden no era el miedo, era convicción. A nivel médico, y como estudioso de la bioética, uno de los principios que debemos de tener el personal de salud es tener apego a la autonomía del paciente y de la familia, ella estaba manifestando su autonomía y también cruce esa información con su padre, la respuesta fue contundente, “Me voy a casa”- dijo el Señor.

Esa decisión fue precedida de una plática con ella y seguramente a través de ella con la familia donde me preguntó los escenarios posibles, y después de una segura concertación nada fácil tomaron una decisión, nos vamos a casa.

Cuando leí la solicitud, ella venía impregnada de energía, mi hermano, todo lo que hay en este mundo es energía, aun lo que viene en un mensaje, y lo que venía en ese mensaje no era miedo, era una voluntad de vida. En todo el proceso de alta voluntaria, jamás percibí en nunguno de los miembros de la familia, la premura por el alta, ni tampoco el deseo imperioso de abandonar de inmediato el hospital como lo había visto en muchas otras ocasiones, la decisión que se tomaba no era por miedo, era por un deseo. 

Mi padre ha llevado una vida honorable – dijo ella – y el deseo es estar en su casa. 

Tal vez no es consciente de lo que ella transmitió, o tal vez si, no lo sé pero cuando ella expresó ese deseo hablo de algo que yo siempre he dicho cuando empiezo los procesos de tanatología. 

“Todos decidimos como vivir nuestra vida, pocos tienen el poder de decidir su muerte y eso es una bendición.” 

Y él lo estaba logrando, eso es lo que expresó y así se cumplió, en casa, con los que quiere, los que lo quieren, esperándola como una amiga.

Vita Mors” Rezaba el lema que nos recibía en mi alma mater, como un recordatorio a los futuros médicos que toda la vida, siempre es esa dualidad, “Vida y muerte”. No podemos concebir una sin la otra, finalmente, ¿No es acaso eso lo que venimos a aprender en este mundo de polaridades? Vivimos en un mundo polar y en ocasiones dual, y esta es la manifestación mas grande a la que como humanos nos podemos enfrentar.

Se que no estás acostumbrado a esto” – Dijo ella, refiriéndose a la creencia sobre mi respecto a que mi convicción es soportar la vida hasta el último momento, sin embargo, desde muy temprano aprendí que la vida tiene un momento de término y que ante ello no hay nada que podamos nosotros hacer para poderlo prolongar.

El maestro Jesús decía “No os preocupeis por aquello que no pueden cambiar”. Y este es uno de esos ejemplos. 

En lo que a mi me tocó ver y percibir durante su atención, el Señor abrió la primera de las puertas, el miedo, al igual que lo hizo toda la familia, pero pronto, muy pronto, los mientros de la familia que yo pude ver, dejaron esa puerta entreabierta, les ofrecieron las otras dos, “Soberbia” y “Negación” y las dejaron cerradas, decidieron abrir una mas, “Aceptación”.

Los autores del libro de COVID la última puerta, le llamaron a esta no aceptación, sino amor y eso mi querido lector es lo que te quiero compartir. 

Cuando sabes que hay una enfermedad crítica y decides enfrentarla de la mejor forma, consciente de cada una de las acciones que tomas, decidiendo cada uno de los pasos que vas a dar, tomando conciencia de ello y liberando en cada una de las acciones tu energía, amigo mío, lo que estás tomando es una verdadera elección de amor eso es lo que ví, y eso es lo que quiero hoy compartir contigo. Llevar al Señor a casa, y acompañarlo en los últimos momentos hasta el final eso es una decisión de amor. 

Te dije que creo que el fue mi maestro en su proceso de muerte, aunque por palabras no me haya enseñado nada, él y su hija trajeron a mi cabeza esa palabra que hacía muchos años cuando era adolescente tenía tanto en boga, aquella que tenía cuando yo soñaba que era un Templario y un caballero, el HONOR. Honor significa ser fiel a tus convicciones, Honor significa honrar lo que está frente a tí, Honor significa poder decidir afrontar la realidad como es. Esa palabra resonó mucho con aquello que desde ese entonces yo conocía. 

En ese tiempo admiré mucho a los caballeros templarios, aquellos “Pobres caballeros del templo de Jerusalén” que forjaron el concepto de “hermano” o “cofrade” no por algo todas sus representaciones los mostraban de dos en dos, la imagen clásica de las esculturas templarias era los dos caballeros montando un solo caballo. La inquisición los convirtió en sodomitas, pero la realidad es que siempre existía un maestro y aprendiz, hermanos de armas, hermanos de sangre, codo a codo hasta el final de la batalla.

Esa imagen me quedó muy clara con esos dos caballeros frente a mi, uno siempre al lado del otro, hasta el final. 


Dice la canción;

“El final se acerca ya, lo esperaré serenamente”

Desconozco los momentos finales de la batalla que libraron esos caballeros, mas si se el desenlace, lo sabía desde que ví al señor batallando con la saturación cuando se movía, mas si me preguntará alguien si en este momento está en paz, creo por lo que vi, que está muy cerca de ese estado. Vi partir esta misma semana a otro señor mas, otro paciente, pero lo vi irse dentro del proceso del apego, dentro de eso que nos jala a este mundo material y luego vi el inicio del viaje de este Otro, en el proceso de empezar a desapegarse. 

Hoy te hablo del COVID, pero desde la visión de aquello que los “autores” del libro enfatizaron, las puertas pueden ser distintas, los humanos no necesitamos abrirlas todas podemos escoger aprender de ellas y entonces, escoger otra realidad. 

Hoy él la escogió y le dio significado a la frase “SOMOS LUZ”. Los humanos, así lo creo, no somos seres materiales, somos Luz, Somos Energía, Somos parte de ese creador, más la misión hermano mío, es Ser esa Luz, encontrar esa Luz y compartirla. 

La vida sigue enseñando, y soy un aprendiz que está aprendiendo. Gracias al Maestre por enseñar, a pesar de que esa jamás fue su intención, gracias al universo por mostrarme.

Un buen regreso a casa. 

Juan Fco García Regalado. 

Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini Tuo Da Gloriam

Add memoriam José Guadalupe LM

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: